Por Luisa Pernalete
Ya sabemos que este año que
termina hemos tenido pupitres vacíos: no vino aquel niño porque no tuvo para el
transporte, el otro porque su madre no tuvo efectivo, aquellos otros porque no
tienen comida en su casa y en el colegio tampoco, o la comunidad lleva días sin
agua, o en el caso de las escuelas zulianas, porque pasaron la noche en vela
por los apagones prolongados y se quedaron dormidos… o los estudiantes de los
últimos años le ven más sentido a contrabandear con gasolina en la frontera que
seguir estudiando.
También se sabe que hubo
salones sin maestros, porque o tampoco ellos tuvieron para el transporte, o
pidieron cambio a escuelas más cerca de su casa, o renunciaron para hacer otra
cosa, o se fueron del país. Con preocupación sabemos que hay escuelas de
educación cerrando menciones e incluso la carrera por falta de alumnos.
Pero hay que anotar otra
ausencia: los padres y representantes también se están yendo:
“Mi mamá se fue, pero nosotros
estamos con mi tía. Ella tiene 17 años”. Eso fue lo que le dijo una niña de
educación inicial a su maestra, en una escuela de Ciudad Bolívar. O el caso de
los padres solteros, que le confesó a la directora de un colegio en Catia:
“Maestra, la mamá de los niños se fue a Colombia, me quedé yo con ellos, pero
yo tengo que trabajar… No sé si los pueda traer todos los días a clases”.
Relatos parecidos se repiten en todas las regiones.
Ya siendo un solo caso, es dramático,
pero son decenas, son centenares, son miles, los niños, niñas y adolescentes
hoy que están “dejados atrás”, como se les dice, sus padres se han ido a las
minas o a otro país. ¿Por cuánto tiempo? Indefinido la mayoría de las veces.
Miren estos datos recogidos
por Fe y Alegría este año escolar: Zona Andes, 159; Zona Frontera: 93; Zona
Caracas: 457; Zona Central: 877; Zona Guayana: 773; Zulia-Falcón: 895… para no
cansarles, en total tenemos 4.444 niños, niñas o adolescentes sin sus padres.
¡Eso equivale a 4 colegios grandes! Y esos son datos de solo nosotros, Fe
y Alegría, ¿Cuántos habrá en planteles oficiales? ¿Tendrán esos registros?
Estamos muy preocupados. Imaginen ustedes la escena. Hay escuelas que tienen 4
o 5, otros 20, otros 40, pero las hay que tienen 80 y hasta 100, como el caso
de una escuela del Zulia. ¿Cómo se acompaña a 100 casos de niños o adolescentes
que están mínimo tristes, desmotivados, y a veces hasta deprimimos; hay los que
se tornan agresivos porque tienen rabia por un abandono que no entienden?
Es un drama con triples
actores: sufre la madre que se va por necesidad, sufren los niños que se quedan
solos, incluso si es con un familiar que les quiere, y sufren los “padres
temporales”, no solo porque dar de comer hoy a uno más en la casa es complicado
sino también porque todo está complicado en este país. Sufren esas abuelas que
ya no están en edad de estar criando, menos esas hermanas mayores de 15 o 17
años, como hemos sabido de casos. A veces es una vecina buena gente… Sea el que
sea, le tocará un caso de un hijo -o 2 o 3- que se siente abandonado, incluso
si se le ha explicado bien y se le ha dicho la verdad.
¿Y dónde están los centros de
salud con atención psicológica para esta población “dejada atrás”? ¿Hay Barrio
Adentro con psicólogos, orientadores, psiquiatras? En Caracas hay algunas
opciones de ONG que ofrecen alguna atención, pero hay zonas del interior en las
cuales no hay prácticamente nada.
Hay que recordar al Estado que
los derechos de los NNA son prioridad absoluta según nuestra legislación
vigente -sí, ya se, suena a disco rayado- pero esto no parece estar en las
prioridades de las autoridades. Este ya debería ser declarado un problema de
salud pública, porque si Fe y Alegría que es una organización que apenas tiene
174 escuelas en el país y estos son nuestros números, ¿Podemos imaginar cuáles
serán los números invisibles de las miles de escuelas públicas? Los niños
huérfanos claman por atención. No podemos profundizar su orfandad.
04-08-18
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Para comentar usted debe colocar una dirección de correo electrónico