Luis Manuel Esculpi 31 de julio de 2018
La
frase se ha puesto de moda a raíz de estudios de varios politólogos sobre las
transiciones conocidas en el mundo, entre los análisis destacan los realizados
por los amigos Jhon Magdaleno y Benigno Alarcon – entre otros- quienes han
emprendido esa laboriosa tarea.
La
reflexión sobre la transición o las transiciones no escapa a la dirección
-hasta ahora-de la oposición venezolana, el concepto expresado en la mencionada
frase no le es ajeno. Es innegable que se han hecho esfuerzos, aunque sean
tímidamente, en esa dirección. Una muestra pudiera ser la incorporación de
representantes de la “disidencia abierta” al Frente Amplio.
Es
suficientemente conocido que no basta proclamar una intención, para que ella se
traduzca en realidad. Es más, en la política se pueden alcanzar propósitos sin
haber sido pregonados. Es indudable que un aspecto fundamental de la estrategia
gubernamental en el ámbito político es descomponer la alianza opositora,
propiciar su división y dificultar su unidad. Sin embargo, actúa en esa
dirección sin difundir públicamente ese elemento principal de su diseño
estratégico.
Es
discutible si las diferencias en el campo alternativo tienen el origen en su
propio seno o si en alguna medida influye la acción gubernamental, en todo caso
es cierto que el aparato comunicacional del gobierno difunde esas
contradicciones, las magníficas e intenta incentivarlas y estimularlas.
La
disidencias en los proyectos y organizaciones políticas no se producen en forma
instantánea, son consecuencia de un proceso – alguna experiencia tenemos en esa
materia- se inician con pequeñas discrepancias, se van acentuando en la medida
que quienes son objetos de la crítica se hacen refractarios a ella, adoptando
mecanismos de defensa para permanecer fieles a los dogmas o simplemente
conservar el poder interno, es frecuente que confluyan en la misma dirección
ambas posturas.
Con
motivo de la realización del congreso del PSUV surgieron críticas en cuanto a
la política económica del gobierno, como las de Rodrigo Cabezas y Jesús Faría
por una parte, la de Elías Jaua hasta Freddy Bernal (mas motivadas por la pugna
interna) y otras reivindicado el legado de Chávez, enfrentándolo a Maduro como
los ex ministros Ramírez todas con motivaciones distintas, pero reflejando la
seria conflictividad existente en el mundo del PSUV.
Era
iluso pensar que esa polémica -de distintos signos- iría a producir un
desenlace en lo inmediato. La crisis sigue allí, esta germinando. Los factores
de regímenes anteriores que participan de las transiciones no siempre son del
agrado de los sectores alternativos, pero terminan siendo tolerados como factor
facilitador de reconciliación y de gobernabilidad
En
nuestra propia historia se evidencia que elementos provenientes de sectores
dominantes han sido determinantes para el avance de transiciones, para solo
citar dos: así fue en la etapa post gomecista y en las conquistas democráticas
del 23 de enero de 1958.
La
fuerzas de la alternativa democrática deben recomponer la plataforma unitaria
hasta donde ello sea posible, en el cuadro actual he venido sosteniendo un
criterio coincidente al de un tuiter de la periodista Luz Mely Reyes donde
afirmó: “la tesis de la ruptura de “la coalición dominante” no tiene
necesariamente que significar que, de lograrse, la sucesión del poder estaría
en manos de la dirigencia opositora actual”. Añadiría que esos procesos por lo
regular no obedecen completamente a un guion previamente escrito, que tienen
particularidades inéditas, que la inteligencia, habilidad, amplitud y
flexibilidad son una suerte de prerequisitos para que la conducción política
pueda dirigir las complejidades de las transiciones acertadamente. Esa es otra
demostración, en general, de la experiencia histórica.
Luis
Manuel Esculpi
@lmesculp
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