Lo mismo que pasa aquí, pasa allá!
Por Yusnaby Pérez, 10/01/2014
8 de
la mañana y quitan la corriente. Cada viernes sucede lo mismo. Escucho a
mi vecina Yahima dar gritos de indignación con algunas malas palabras
chillantes como floritura. No le dio tiempo bañarse antes de irse para el
trabajo. De alguna manera misteriosa, los puntales de madera del solar rechinan
más cuando no hay corriente. ¡Así comienza mi día!
Todos
sabemos qué ocurre: desde hace 2 meses la empresa eléctrica corta el servicio de 8am a 6pm cada
viernes. La excusa que ofrecen es que están reparando los transformadores. Al
parecer esta historia no tiene fin.
Al no
haber electricidad
tampoco hay agua porque no funciona la bomba para llenar los
tanques de la azotea que abastecen al edificio. Ramoncito tiene un punto de
venta de carne de cerdo en la entrada del solar. Hoy estará todo el día esa
carne sin refrigeración y sin agua, principales requisitos que exigen las normas de sanidad.
Tomás
montó su barbería al lado de la escalera. Su hermana le mandó desde Miami una
máquina de pelar y así articuló su negocio; poniendo una silla en medio del patio
y haciendo del “corte de cabello” un espectáculo público. Hoy no podrá usar su
máquina, tendrá que cortar con tijeras a cada uno de sus clientes.
Hoy no
funcionarán los semáforos de la zona, tampoco ninguna cafetería estatal. Los
mercados de “recaudación de divisas” donde venden los productos de primera
necesidad estarán cerrados al igual que los bancos. Todos los cuentapropistas (trabajadores privados) que requieran
electricidad para funcionar, no podrán ganar dinero. La escuela primaria de la
esquina deberá funcionar hoy con sus aulas oscuras y el policlínico donde
trabaja Mercy no estará operativo al 100%. Todos los centros de trabajo en mi
localidad que dependan del uso de ordenadores: tendrán un día infructífero.
¿Cómo
el Estado
puede darse el lujo de paralizar a medio municipio cada viernes durante
dos meses para “cambiar transformadores”? ¡Si lo hicieran bien! Pero cada vez
que llueve los transformadores nuevos explotan. Se dan el lujo de pagarles a
miles de trabajadores por no hacer nada, de cerrar bancos que recaudan moneda
líquida, de no vender ni un solo centavo en tiendas y además, tener a una
población trabajadora que paga impuestos en el desespero de la improductividad.
En
nuestro socialismo hay muchas deficiencias y culpables, pero jamás tendremos
explicaciones de un responsable. Al no haber interés individual ni
conciencia en la toma de decisiones, un simple apagón se monetiza en pérdidas
de muchos miles de dólares para el Estado y para el bolsillo de muchos
trabajadores por cuenta propia.
¿Quién
le pone el cascabel al gato? El problema es de raíz: es un error sistémico que
jamás logrará establecer concordancia entre la economía, la política, los
derechos y la productividad. Resulta que los transformadores “viejos” funcionan
perfectamente, pero en el programa de trabajo de la empresa eléctrica está
escrito que “tienen” que ser cambiados y punto. Da igual el tiempo que tarden
en este proceso, nadie les exigirá rapidez ni eficiencia; y el coste por los
daños ocasionados lo pagaremos cada uno de nosotros.
¡Hoy
tampoco habrá pan racionado! Me dice mi abuela enfadada al no saber qué hacerme
para desayunar. Sin dudas, tendré un viernes caótico.
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