Por Marino J. González R.
Se podría pensar que la
hiperinflación es una formidable destrucción de la moneda, expresada
fundamentalmente en la aniquilación de la estabilidad de precios. Y eso es
verdad. Al iniciar el décimo mes de hiperinflación en Venezuela, es claro y
notorio que han desaparecido todos los referentes para la definición de los
precios de bienes y servicios. La velocidad en el deterioro de la capacidad de
compra es proporcional a la dificultad de transar con una mínima dosis de
normalidad. Nadie sabe cuánto pueden variar los precios incluso en un día.
Mucho menos para pensar en la semana próxima o en el mes que viene.
La desaparición de los precios
como referentes, ya es una demostración de que la economía no está en capacidad
de funcionar en los mínimos requerimientos de una sociedad. Los precios son
acuerdos, mecanismos de transacción. Alguien ofrece una cantidad por algo y
otra persona acepta recibirlo. La base de ese acuerdo es que lo que se
recibe vale lo mismo que cuando se hizo la transacción. El problema
deviene cuando lo que se recibe vale mucho menos porque está sometido al efecto
de la hiperinflación. Entonces, los actores prefieren incrementar el precio
calculando el efecto de ese deterioro, o sencillamente transar en otro medio de
común acuerdo. Pero los precios no son los únicos acuerdos que desaparecen en
una hiperinflación.
Tomemos, por ejemplo, los
acuerdos entre trabajadores y empresarios para la fijación de las
remuneraciones. Los contratos colectivos son imposibles en una situación
hiperinflacionaria, porque no hay forma de estimar las bases de las variaciones
de esas remuneraciones. En consecuencia, la posibilidad de utilizar la contratación
colectiva como medio de estabilidad en las relaciones de trabajo, simplemente
desaparece. En tales condiciones, la mera discusión sobre productividad es un
sinsentido. Algo similar sucede cuando los beneficiarios de los servicios de
una empresa, se ven obligados a pagar a los trabajadores una cantidad extra muy
superior a sus salarios por temor a que abandonen las empresas y, por ende,
queden afectados.
También desaparecen las
pensiones para la población en situación de retiro. La pensión es un acuerdo,
muchas veces intergeneracional, según el cual el trabajador recibe una cantidad
que representa el beneficio por su vida laboral. La base de la pensión es que
el valor que tiene en el mercado de bienes y servicios sirve para que se pueda
acceder de manera estable a lo considerado necesario. Cuando el valor de
la pensión se deteriora ante la arremetida hiperinflacionaria, entonces ese
acuerdo de preservación del beneficio también desaparece.
La inversión pública también
es otro acuerdo que es afectado por la hiperinflación. En este caso, el acuerdo
implica que los precios de los servicios públicos deben garantizar que se
obtienen recursos para asegurar el mantenimiento y la calidad. Cuando ello no
es posible, porque el aumento de los precios impide la utilización de recursos
para garantizar los servicios previstos, entonces se produce la escasez y la
afectación a los ciudadanos en su calidad de vida.
De la misma manera, la escala
de salarios de la administración pública no puede salir indemne de una hiperinflación.
La distancia entre las remuneraciones y el aumento de los precios, obliga a
trabajadores a abandonar el sector público, y a otros muchos, a ver deteriorada
la calidad de vida. Y ellos es especialmente crítico cuando se introducen de
manera discrecional mayores diferencias entre sectores de la administración
pública.
Finalmente, la hiperinflación
aniquila los acuerdos de la sociedad en el mediano plazo. Conceptos como “plan”
o “futuro” no tienen cabida ante el ritmo que impone la hiperinflación, muchas
veces medido en días o semanas. La hiperinflación de Venezuela, en la medida
que se prolonga, seguirá destruyendo acuerdos fundamentales. En un curso
diferente será menester acometer la transformación de estas relaciones, de
manera sostenible y moderna.
De allí la urgencia que se
debe asumir para detener la destrucción hiperinflacionaria. Es, sin dudas, el
reto más profundo que tiene todo el liderazgo de la sociedad venezolana en la
actualidad
01-08-18
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