Por Angel Alayón 6 de Enero,
2014
Un anaquel vacío es la evidencia de un
fracaso. Un anaquel vacío es la prueba de que hay algo que se está perdiendo.
La palabra anaquel tiene su origen en la palabra minqalah, del
árabe clásico, que significa soporte, eso que está allí para sostener algo y,
al sostenerlo, exhibirlo. Pero vacío, un anaquel sólo muestra lo que pudo ser y
no es. Vacío, un anaquel sólo se exhibe a sí mismo en su desnudez y, en lugar
de invitar y atraer, nos rechaza.
Nada menos romántico que hablar de
inventarios. No hay amor en la contabilidad. Pero se sabe que los héroes de
quienes tanto nos gusta hablar no habrían triunfado sin una logística que
permitiera el cumplimiento de sus tareas y aventuras. Alejandro El Grande no
hubiera podido derrotar a los persas sin un complicado manejo de provisiones
para alimentar a sus soldados y animales de guerra lejos de la Macedonia del
siglo IV a.C., tiempos y circunstancias en las que alimentar a grandes
cantidades de personas era difícil y muy costoso.
En nuestro caso, no hablamos de
epopeyas. Hablamos de la vida cotidiana. Hablamos de la compra de pan, de
carne, de leche, de harina para alimentar a nuestras familias. Compras que el
mundo moderno ha solucionado con facilidad, un mundo que ahora nos produce
envidia y nostalgia. ¿Acaso no pueden nuestras farmacias y supermercados estar
surtidas como las de Brasil, o cualquier otro país de su preferencia que usted
quiera insertar en esta pregunta?
***
Un anaquel vacío es también una
invitación a entender las causas, a evitar ser víctimas de lafalacia
narrativa. El poder siempre se excusa y despliega una estrategia
comunicacional con la intención de explicar el vacío de los anaqueles culpando
a los sospechosos habituales. Es un guión eficaz que tiene profunda raíces en
el pensamiento occidental y no debe subestimarse.
En la Antigua Grecia, un hombre
virtuoso era aquel que se dedicaba al bienestar de la ciudad y a su defensa militar.
Los que se dedicaban a “hacer dinero” eran inferiores. Aristóteles consideraba
“riesgoso moralmente” dedicarse a perseguir riquezas a través de la actividad
comercial. Por otra parte, el pensamiento cristiano llega a condenar
eternamente la riqueza y la actividad comercial. En la Biblia, la riqueza es
“injusta” pues parte de una concepción del mundo en la cual no puede crearse.
La riqueza bíblica es fija, estática. La economía bíblica es un juego suma-cero
donde en realidad no hay posibilidad de aumentar ni de que exista eso que hoy
en día llamamos crecimiento económico. “Si alguien no pierde, no hay nadie que
gane”, dijo San Agustín. El rico es rico porque le quita la riqueza a los
demás. Por eso los camellos van al cielo primero que los ricos (o al menos
entran antes por el ojo de una aguja).
Carlos Marx se apropió de algunos de
estos conceptos. Como dice Jerry Muller, Marx renombró y redefinió la
estigmatización cristiana de “hacer dinero” y creó un nuevo lenguaje para ello.
Marx sostenía que los únicos que podían obtener ganancias del mercado eran los
dueños del capital —la burguesía—, mientras que los trabajadores —el
proletariado— eran explotados por los dueños del capital y nada tenían que
ganar del mercado. Los burgueses eran vampiros, una clase moribunda que vivía
de extraer la sangre a los vivos.
El problema es que, aunque quienes
manejan el poder pueden ser exitosos en su tarea de imponer una narrativa que
los exculpe, eso no soluciona los problemas.
Culpar a otro nunca ha solucionado
algo. Actuar sobre las causas, sí.
***
Enfermos de cáncer que no consiguen
sus medicinas ¿Hay alguna relación más directa entre la imagen del anaquel
vacío y el bienestar de los ciudadanos? Niños que no se alimentan como
quisieran sus madres. ¿Se necesita alguna otra prueba del fracaso del modelo?
La escasez mata.
Un delirio no tiene por qué
justificarse. Es apenas eso: un delirio. Pero en este caso se trata de un
desvarío que no es provocado por alucinaciones, sino por el hecho de que lo que
debe estar soportado por los anaqueles no está. Y seguir haciendo lo que se ha
hecho hasta ahora no hará sino profundizar el problema, hacernos delirar,
dejarnos sin soporte.
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