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viernes, 5 de agosto de 2016

La parodia del Mercosur, por EDUARDO CASANOVA



EDUARDO CASANOVA 04 de agosto de 2016

El gobierno chavomadurista pretende apoderarse a lo Jalisco de la presidencia de Mercosur, cuando Paraguay, Brasil y Argentina se niegan a que Maduro se convierta en presidente pro-tempore de la organización. Las decisiones allí se toman por consenso, no por mayoría, de modo que si uno de los países integrantes no aprueba algo, ese algo no va, y en este caso no es uno, son tres los que se oponen, y el cuarto, Uruguay, tampoco se ha manifestado muy partidario de la presidencia de Venezuela, y su apoyo a Venezuela, el único país que sí está de acuerdo, ha sido más bien tibio.

Parecería, entonces, que Mercosur no tiene porvenir, porque ha caído en una trampa: bien podría interpretarse que, de acuerdo al sistema de consenso, si Venezuela se opone a su expulsión, no habrá consenso y Venezuela no podrá ser expulsada, eliminada de Mercosur. Lo que significaría que Mercosur cayó en su propia trampa. Y cayó en su propia trampa porque los gobiernos, cuando se aprobó el ingreso de Venezuela, fueron abiertamente tramposos y prefirieron lo político a lo jurídico.

Desde luego, cuando lo hicieron estaban convencidos de que el socialismo del siglo XXI estaría en el poder por mil años, con el Reich de Hitler. Pero es que el Reich de Hitler apenas duró doce años, y eso no quisieron ni pudieron entenderlo. El obispo Lugo de Paraguay fue destituido el 22 de junio de 2012, Dilma Rousseff también está a punto de salir de la presidencia como corcho de limonada, la Kirchner fue derrotada por su propia corrupción y ya está a un paso de pasar una buena temporada en la cárcel, de modo que de aquellos cinco países que se creyeron eternamente superiores a los demás, solamente quedan dos.

O uno y medio, porque el actual gobierno de Uruguay es menos irresponsable que el de Pepe Mujica. Solamente queda de aquellos pelafustanes el de Venezuela. La verdad es que la criatura nació torcida. La aceptación de Venezuela como miembro no fue nada santa. Como dice un reciente editorial del diario uruguayo “El País”, Venezuela entró “por la ventana” y “para culminar la creación de un grupo de amigos ideológicos (Cristina Kirchner, Dilma Rousseff, José Mujica y el finado Hugo Chávez), más preocupados en aplaudir sus mesiánicos desvaríos que cumplir con el verdadero fundamento de creación del bloque: impulsar el comercio de sus pueblos, entre ellos y con el resto del mundo”.

Y, desde luego, el que nace barrigón ni que lo fajen chiquito, o árbol que nace torcido nunca endereza sus ramas. Mercosur, con el feo fardo del gobierno venezolano en sus entrañas poco o nada puede hacer por colocar en el mercado mundial sus productos y por adquirir productos del mundo a precios razonables. La presencia de Venezuela, de la Venezuela de Chávez y de Maduro, es una rémora terrible para las negociaciones del grupo con la Unión Europea y la Alianza del Pacífico.

De modo que para Mercosur lo mejor sería que la dictadura que daña al pueblo de Venezuela se fuera, dejara de estorbar el desarrollo de Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina, por aquello de dime con quién andas y te diré quién eres.

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